domingo, 25 de mayo de 2014

Tiempo y forma

José Luis llegó al mundo tres días después del término que había decretado el doctor, y con varias horas de retraso después de que su madre rompió bolsa.
Sofía era la más chica de su clase porque nació después de Julio y la directora decidió ponerla un año adelantada.
A Marisa le gustaba su cuerpo. A Lorena no. Y Rodrigo se preguntaba quien había decidido que las piernas flaquitas eran lindas, él por su parte estaba enamorado de las piernas de su prima, redonditas, ni muy largas ni demasiado cortas. Juan era narigón y su novia llevaba una nariz respingada con tanta gracia que la volvía tan ella que daban ganas de abrazarla.
Sin embargo José Luis, Sofía, Marisa, Lorena, Rodrigo, Juan, su novia, se veían juzgados por estándares de belleza, de tiempos, de formas y de pautas establecidas del "buen vivir". El mundo les tenía preparado una serie de reglas que debían cumplir para tener una “vida digna” y “como se debe”. El doctor decía cuando debía nacer, el jardín los esperaba a más tardar a los cinco años. La primaria y la secundaria sin repetir y sin soplar porque de lo contrario los veranos, inviernos y amigos se verían desarraigados de los planes de estos chicos que buscaban salirse del plan escolar.
La carrera dura cuatro años, con la excepción de Rosario que eligió medicina y puede demorarse un poco más. Ella tendrá además que hacer una especialización, y ¿cómo juzgarla? si en definitiva va a salvar vidas.
El problema está en el desacatado de Raúl que quiso cambiar la abogacía por Comunicación Social y se lleno de ideas utópicas de un tal Marx, obsoleto como el comunismo que en el siglo XXI ya no existe.
Tanto Raúl como Josefina eligieron una universidad en la que el parámetro de años es incalculable, y constantemente se ven obligados a responder a una pregunta simple e inabarcable; ¿Porqué año de tu carrera vas? Pregunta que encierra un mar de enjuiciamientos respecto de temas tales como la responsabilidad, la lucidez, la inteligencia, velocidad, compromiso, entre otras cosas. Ellos no son capaces de contestar porque sólo van aprobando o desaprobando materias. No estan corriendo con sus compañeros por un primer lugar en la institución, simplemente estudian, como se les enseñó que hicieran, para no ser unos "vagos". En el caso de Lucrecia, estudia algo que la inspira, ella no podría imaginarse sin hacer esto que es parte de su entidad como sujeto.
El otro problema es el de Santiago, que tiene 30, dejó la carrera y ahora vive buscando justificaciones que le agraden a la gente y no lo lapiden por ser un sin-profesión. (Por lo bajo es inevitable que se le critique su hija con una chica que nunca fue su pareja).
A Diana todos le hacían la cotidiana pregunta de ¿cuántos hermanos tenes?, y ella tenía que exponer toda una justificación de su árbol genealógico desvariado del cual se desprendían múltiples hijos de múltiples combinaciones de parejas. Ella respondía un poco avergonzada que su padre la había criado, que con su madre solo la vinculaban dos hermanos que casi desconocía, y que convivía con un hermanastro y dos medios hermanos más. Vio ante su respuesta las caras más varias de incomprensión, de asombro o rechazo ante esta idea de familia desasociada y asociada al mismo tiempo. Pero poco a poco se fue encontrando con que no era la única, y comprendió que el molde de familia ideal no era más que eso, un molde.
Guadalupe vivía en una casa chiquita, en cambio Patricio compartía una habitación con otras ocho personas en el conurbano de la ciudad, le costaba pronunciar la “s” final en las palabras y era especialista en sobrevivir a fin de mes.
Susana caminaba con sigilo tratando de no romper nada, de no disturbar y por sobretodo no cometer pecados. Y Roxana se sentía impura por haberse acostado con un chico el mismo día que lo conoció, por lo que no se lo conto a su amiga Florencia. Pero Florencia tampoco le contaba que con su chico habían practicado sexo anal. Todavía se debatía en ella si la experiencia le había gustado o le parecía una atrocidad espantosa. En cambio los amigos de Pedro se reían de el porqué había salido con una chica y no había pasado nada. Él no sabía cómo defender a su nueva amiga, ellos sospechaba una posible y falsa homosexualidad, mientras que uno de los acusadores en realidad conocía de sobra las practicas bisexuales.
Eduardo fumaba marihuana día por medio en su horario de almuerzo, cuando por fin puede salir de la oficina y desajustarse un poco la corbata. Diego había probado los ácidos en un recital y Mirta se tomaba media pastillita de Rivotril para poder dormir un poco más tranquila.
A Paula la mamá la llamaba casi a diario para ver cuándo se casaba,  y ella hacía rato que había dejado a su novio.
Ramón se enteraba del atraso de una mujer con la que estaba o había estado y Paul esperaba a que naciera su segundo hijo en el pasillo de un hospital, ya listo para entrar a la sala de parto con su mujer cuatro años mayor que él. Aunque algunos no creían correcto que ella fuera más grande la realidad demostraba a lo lejos el amor que se tenían.
Diego viajaba hacía tres meses y no tenía planes de retorno ni destino fijo. En cambio Estefanía salió con un recorrido programado por el continente Americano por un periodo de siete meses. Se conocieron en Ecuador, dos meses antes de que ella termine su viaje. Él la acompaño hasta su casa y juntos volvieron a partir poco tiempo después. Se instalaron en un lugar al que no pertenecía ninguno de los dos, pero que sería su base de ahora en adelante.
Manuel tocaba la flauta, y en su casa siempre habían querido que fuera jugador de football. En cambio Ailín en su casa recibía golpes por ser una inútil, o eso es lo que le dicen.
Mientras que Armando pierde su trabajo y la seguridad de no convertirse en lo que tanto se esforzó por no ser, a Matías le confirman un trabajo que no podría ser mejor. Para él claro, porque  Analía no piensa lo mismo. Y cada uno va abriendo su camino a su tiempo y a su forma chocándose con los tiempos y formas de quienes lo rodena, escuchando las opiniones de todos, porque nadie calla, ni miradas reprochadoras faltan a la hora de los juicios y criterios. Parámetros que fallan cuando queremos aplicarlos. Ideales que no se cumplen a rajatabla, formas de vida que desbordan limitados sentidos comunes y elecciones que preocupan, alterando las miradas. Y al final cada uno con su tema, sobreviviendo, encontrando sus momentos de goce o de frustración, cargando con lo suyo, esperando que las cosas cambien o se mantengan. Llegando tarde, o tal vez a tiempo, con una forma que es suya y que la erosión de ideas y conceptos fue, y seguirá, deformando.

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