Un
sentimiento que se desliza hasta el borde de la palabra y muere sin ser
pronunciado. Una idea a la que le pasa lo mismo. Un encuentro que deja
secuelas, que revuelve el pasado, que pide a gritos unpocomás. Una sonrisa que se lleva
puesta, que surca la cara, que transmite alegría. Un inconveniente que te
distrae, preocupándote hasta la dispersión más descuidada. Una lectura de un
gesto que acaricia, que comprende esa mueca triste, la despedida. Un cambio en
el cuerpo que te expone, que te incomoda, que gusta. Un silencio conmovedor,
cómodo, esperado, de esos en los que se puede vivir hasta la muerte o morir con
ese silencio. Un entorpecimiento que ya es un hábito. Una pelea que vive
latiendo, un cuerpo que se cruza con otro cuerpo. Un día de los que valen la
pena. Un sol que atraviesa los árboles y te arrulla, un sol tibio que ablanda
los sentires, que reconforta todo cuanto toca. Una caricia que baja despacio,
que despierta, cómo el perfume nuevo, cómo el grito que pronuncia tu nombre y
te llama. Un adiós que no quiere irse. Un instante sin promesas y la espera.
Un revivir, un tiempo que no acaba, el retorno. Tu mano. Un beso que se
despide, un comentario que se suelta para ser la última palabra de algo que no
se quiere terminar. Trece campanadas, algunos pasos en dirección opuesta. Se
abre la puerta. Un golpe seco, se cierra, impenetrable. Unos tres puntos
suspensivos.
"...Valeu a pena? Tudo vale a pena
ResponderEliminarSe a alma não é pequena.
Quem quer passar além do Bojador
Tem que passar além da dor.
Deus ao mar o perigo e o abismo deu,
Mas nele é que espelhou o céu"
trecho de Mar Português
Fernando Pessoa